Cuando una relación es de doble vía: la OTAN, a pesar de los dardos

Como si no fueran pocos los aranceles impuestos al acero y al aluminio europeo, Trump abre nuevos frentes de batalla contra Europa. Su otrora principal aliado, y hoy blanco de sus ataques verbales.

La cita anual entre el presidente estadounidense y sus socios más cercanos, con aquellos que dice compartir historia y valores, fue preparada minusiosamente por las diferentes delegaciones. Sí y hubo firma del documento conjunto, pero también hubo una agenda que se fue al garete luego de la andanada de críticas de Trump contra sus socios. Especialmente contra Alemania. La agenda del segundo día dio paso a una sesión extraordinaria de emergencia

 Podría decirse que es normal que el presidente estadounidense sienta un escozor en el cuerpo por cuenta de los acuerdos multilaterales. No le gusto el pacto por el cambio climático y se retire unilateralmente. No le gusto el “deal” con Irán y se retire él solito. Ahora enfila baterías contra el Tratado del Atlántico Norte. Pero aquí será como el perro que mucho ladra y poco muerde.

Empecemos por los ladridos.

  1. El primer encuentro de los socios de la OTAN con Trump como presidente en 2017 estuvo acompañado por las fuertes críticas al superávit comercial de Alemania frente a Estados Unidos, lo cual es “muy, muy malo” según sus afirmaciones. ¿Solución? Imponer aranceles al acero y al aluminio europeo (entre otros países).
  2. El segundo encuentro en la cumbre de la OTAN 2018 arrancó con un desayuno que debió indigestar a su anfitrión, el Secretario General de la Organización. “es muy triste que Alemania sea un rehén de Rusia”. Así que pasamos de la ira en 2017 a la compasión en 2018. Un dardo contra el proyecto del gasoducto llamado “Nord Stream 2”, que con más de 1200 km de tubería permitiría un mayor suministro de gas y petróleo ruso a Europa, vía Alemania. Según Trump, Alemania depende en un 70% del gas ruso. Según las cifras alemanas, en la matriz energética el gas representa el 25% y hay otros proveedores como Países Bajos y Noruega. Trump como hombre de negocios está detrás de aumentar las exportaciones de gas líquido y del extraído vía fracking a Europa. No necesita para eso rivales como Rusia.
  3. Los europeos no pagan por su defensa lo suficiente “y yo en casa no puedo sostener este argumento de pagar por la defensa con los impuestos de los estadounidenses”. Aquí vino la andanada de críticas, en un tono desafiante y que, según diplomáticos de la OTAN, incluyó la amenaza, de puertas para adentro, de “ir por su cuenta” si los socios no pagaban su correspondiente cuota del 2%. Al final nadie quiso confirmar estas amenazas ni el mismo Trump. Por el contrario, se mostró bastante satisfecho de haber logrado la meta. Incluso aseguró que la OTAN era gracias a él “hoy mejor que hace dos días”.

Y en este parte de victoria está el secreto de porqué es se asemeja a un “perro que late echado” y es por el hecho de que la OTAN si bien le cuesta 3,5% del PIB anual a Estados Unidos, resulta ser un arma probada en otros conflictos. Con el fin de la tensión de la Guerra fría con la entonces Unión Soviética, y el desmoronamiento de la misma, los teatros de batalla se trasladaron a otros lugares. Por ejemplo, la invasión a Afganistán contó con el visto bueno de la OTAN. Tanto así que en su momento sus socios europeos, entre ellos Alemania, se declararon “encantados y convencidos” de llevar a cabo la operación. Las guerras han sido una bandera moral de Estados Unidos, pero sobretodo un negocio muy lucrativo para los contratistas estadounidenses. Por eso es que a pesar de las declaraciones finales vagas y amplias de todos los participantes, Trump se siente satisfecho: este tratado se mantiene y sus socios europeos reaccionaron a su presión. Un bloque como el europeo necesita poder seguir confiando su defensa exterior a esta alianza. Necesita que el artículo 5 del tratado se mantenga vigente como arma de disuasión.