Recuerdo que cuando iba a graduarme de la universidad mi profesor de pregrado, el que debía revisar mi informe de práctica, me recomendó que evitara meterme en las discusiones y los estudios de género. “Eso es una perdera de tiempo. La que quiere, puede, Juliana”. “Seguro que la que quiere puede, si la dejan”, le refuté yo en esa época. Cinco años de carrera universitaria se terminarían entre las dudas de empezar una vida en el mundo de las comunicaciones o inclinarme por la sociología política.
Pero el tema de las mujeres lo llevo arrastrando conmigo desde esa época. Muchos años después me viene a la mente como un flash ese breve diálogo entre mi profesor y yo. Y muy a mi pesar constato una y otra vez que él sigue sin tener la razón. Qué es más fácil que a una mujer le claven una escoba y un delantal y que la amenacen física y psicológicamente.
Año 2018 y la violencia machista le cobra hasta la risa a mujeres guerreras de mi entorno. Año 2018 y un juez acusado de abusos sexuales obtiene un alto cargo vitalicio en Estados Unidos, país dirigido por un hombre con una estela de escándalos. Estertores de 2018 y en Brasil un misógino (entre otras perlas) se prepara para dirigir los destinos del país.
¿Moraleja? En política, pero tampoco en la vida cotidiana, la violencia contra las mujeres pasa la cuenta de cobro. Y honestamente el cobro celestial se me antoja demasiado lejano.
Querido profesor, ¿piensa usted aún que hay que darle la espalda a los temas de mujeres?
Foto: de AZquotes.