Khashoggi: una muerte que reabre debates geopolíticos

El caso Khashoggi es una novela policiaca de alto calibre. Con silencios, negaciones, tergiversaciones, aparentes peleas a puñetazos en una misión diplomática, cadaver desaperecido, cámaras de vigilancia, un Iwatch que todo lo grabó. Información dosificada por parte del gobierno turco para mantener la tensión. Disculpas al hijo de la víctima: el joven mira indiferente y se lee en su expresión corporal lo aterrorizado e incómodo que lo pone extenderle la mano al príncipe heredero para aceptarle las condolencias. La fiscalía saudita declara hoy que sí hubo un asesinato premeditado. Human Rights Watch da a conocer que el hijo de Khashoggi y su familia vuela rumbo a Estados Unidos.

Esta tragedia que evidencia la falta de estado de derecho en Arabia Saudita, de la que ya teníamos noticias por las violaciones sistemáticas de los derechos humanos a los opositores y a las feministas, amén de las limitaciones en el ejercicio de su vida cotidiana, tiene implicaciones geopolíticas importantes.

Por un lado está la rivalidad entre Turquía y Arabia Saudita. Tanto Riad como Ankara luchan por ejercer la mayor influencia en esta frágil zona del globo. Dos países con visiones diferentes y posiciones antagónicas en el conflicto de Siria, en la guerra de Yemen y en el bloqueo a Qatar. Tener material probatorio que inculpe al gobierno saudita le ofrece a Erdogan una plataforma de múltiples propósitos: quedar como el adalid de la libertad de expresión (cuando ha sido todo lo contrario a juzgar por el número de periodistas y opositores tras las rejas), lograr que los sauditas inviertan en Turquía y mejorar así el performance económico y la estabilidad de la Lira turca, y por último doblegar los ánimos agresivos del príncipe Bin Salam.

Por otro lado, para Estados Unidos, Arabia Saudita es un socio estratégico en tres temas: venta de armas y equipos militares, suministro petrolero y muro de contención frente a Irán. Al punto llega este último, que ha logrado alinear a Israel y los Sauditas en la zona. De ahí la ambivalencia de Trump.

Europa se debate entre la moral y los negocios. También para los europeos, el país árabe es su principal comprador de equipo militar y armas. Pero también las inversiones para concretar el programa «Visión 2030», con las que el príncipe Bin Salam, celebrado a inicios de este año como el gran reformista y el modernizador del país, pretende convertir a Arabia Saudita en un país industrializado que no dependa del petróleo. Los empresarios asistieron a su Davos del desierto y se habla de que firmaron negocios por más de 500 millones de euros. El Comisario Europeo de economía llama a la calma y «pide que no se instrumentalice la economía para hacer política». Pero por otro lado, el Parlamento Europeo pidió hoy a los gobiernos de la Unión, que tengan una posición común y de manera conjunta impongan un embargo a la venta de armas a este país. ¿Se impondrá la moral sobre los negocios? ¿Logrará el asesinato premeditado al periodista Khashoggi, lo que la barbarie en Yemen no han logrado en tres años?

La política es dinámica…

 

 

Crédito: la foto sale de prensa gráfica