Sí, sí y nuevamente sí: opciones de vida

Esta semana  regresó el ritmo „normal“ de la vida. Arranca un nuevo calendario escolar. Ahora hay que ajustarse a la marcha de las loncheras y del control de los deberes. Para mi vida de madre se abre además la puerta a un nuevo universo hasta ahora desconocido: una hija que inicia el bachillerato.

Pero hay que confensar que tras seis semanas de ires y venires, todos en casa de alguna manera también nos sentimos contentos con darle un espacio a la rutina. Mi mamá siempre lo ha dicho: “el dulce empalaga”. Y aunque dificilmente uno pueda cansarse de la libertad que trae consigo jugar y dejar jugar hasta que el cuerpo aguante, lo cierto es que nos encontramos en la semana de la transición: disfrutar de los días largos y calurosos del verano más seco desde el inicio de la medición metereológica en Alemania. Pero también se trata de reorganizar la rutina. De evitar que desaparezca el llamado “efecto vacaciones”. Esa sensación de ligereza y liviandad en el corazón, que se desvanece ante la avalancha de correos institucionales, de los roces humanos propios de la metrópoli, del regreso de la actividad política en pleno, y por supuesto del anuncio del otoño y de sus frentes fríos en Europa central.

Y en medio de esta sensación de recomposición, sigo con atención lo que sucede en mi país de origen. La posibilidad de que pueda hundirse la consulta anti-corrupción me tiene en ascuas. Ahora mismo vengo de votar. Y como bien lo señala la columna de Rodrigo Uprimy, hay cinco muy buenas razones para hacerlo, y dos que nos producen sentimientos encontrados. No veo el plus en aquel punto de limitar el número de periodos porque es castigar a quienes nos han demostrado que realmente legislan para el país. Además aquellos que quieren perpetuarse en el poder, siempre tienen los mecanismos para hacerlo en cuerpo ajeno. En esta línea imagino, amigo lector, que usted ya debe tener en mente un par de estas figuras que en su pueblo, al igual que en el mío, lo hacen. Hay curules con apellido, que al mejor estilo de la monarquía se heredan por el “derecho de sangre”. Pero eso no debe llevar a hundir este proyecto de gran valor ciudadano. Una carta de presentación de que somos una sociedad resilente y encaminada a dejar esa vieja práctica que nos tiene condenados al subdesarrollo, porque los politicos trabajan en pro de sus bolsillos, y no legislan para que usted y yo tengamos sistemas educativos, productivos y de salud robustos y sobretodo, justos. La sobretasa a la corrupción es de más de 9 billones de pesos al año. Sí, ¿buenas?

Y me tiene con los pelos de punta pronosticar que seremos capaces de equivocarnos en las urnas por tercera vez: ya le dijimos que no a la paz porque “paz sí, pero no así” nos zarandeaban los opositores del proceso, luego nos negamos a tener un presidente que le apostara a la modernidad, a la educación y a la decencia, porque esta aparente Suiza latinoamericana se iba a convertir en Venezuela, y ahora por cuenta de ese mismo coro de almas en pena arropadas en torno a un senador camorrero, con alma de opositor nato, a pesar de haber puesto Presidente, es probable que el mundo lea con sorna, que Colombia al igual que Rumania en 2018 se vuelca a las urnas y a las calles para abrazar a la corrupción.

Yo voté Sí en la Consulta Anti-corrupción. Ya es hora de que en las urnas gane la sensatez por encima del miedo.

aquí un video explicativo de los siete puntos de la consulta, y más información en https://www.vencealcorrupto.com