Turquía nunca ha sido un socio fácil para Europa, pero sí relativamente estable. Un país que ha sabido manejar sus crisis, como lo reforzara hoy su Ministro de Finanzas (y yerno del Premier Erdogan), Berat Albayrak.
La situación actual, parece darle una vuelta de tuerca a la realidad. No es que la represión de las libertades civiles en Turquía, especialmente la de prensa haya aumentado dramáticamente. Es relativamente estable, si me permiten el comentario sarcástico. Pero es que ha sido un tuit de Trump el que desató el pánico entre los inversionistas, que vieron en este nuevo objetivo de Donald T. un campanazo de alerta a sus inversiones en el país turco.
No hay duda que Erdogan, quien con su programa económico, que incluye el control a las tasas de interés, ha logrado prosperidad para sus habitantes, pero al mismo tiempo ha menoscabado la separación del estado y la iglesia. Hace poco les daba ánimo a sus seguidores con estas palabras: “recuerden que mientras ellos tienen sus dólares, nosotros tenemos nuestra gente y temenos a nuestro Dios”.
El problema de la caída de la Lira tiene su origen en dos asuntos: el primero es la percepción de los mercados internacionales de que las bajas tasas de interés de Turquía no se deben a las fuerzas del mercado sino a la intervención del Primer Ministro, Erdogan. A lo anterior se suma, que el encarcelamiento de un pastor estadounidense, Andrew Brunson, que vive en Turquía, por apoyar el golpe de estado de 2016 contra Erdogan, y las infructuosas negociaciones por parte de Estados Unidos, precipitó la intervención de la administración Trump vía redes sociales.
El mensaje se regó como pólvora. Acompañado de sanciones simbólicas contra los Ministros de Justicia y del Interior de Turquía, así como el aumento de las tarifas al aluminio (20%) y al acero (50%) proveniente de Turquía. Pero en relaciones internacionales y en los mercados financieros, las formas cuentan. Ataques contra un otrora aliado, precipitó el pánico de los inversionistas internacionales, que vieron en esta movida un conato de crisis. Y como siempre sucede, la retirada masiva de capitales, desestabiliza la moneda del país en cuestión. A esto se suma la negativa estadounidense de cumplir con la solicitud de extradición de Turquía contra el cerebro del golpe de estado, Fetullah Güllen.
En un mundo interconectado como el nuestro, el efecto mariposa es evidente. Europa en el medio de ambas fuerzas puede enfrentarse a tres retos importantes, si decide no poner en marcha sus fuerzas diplomáticas:
- Frente a un escalamiento de la crisis económica en Turquía y la mirada pasiva de Europa, Erdogan podría “abrir la llave” de los refugiados. Hasta el momento el país ha actuado como un muro de contención. Según cifras de Dr. Karem Kinik, presidende de la Media Luna Roja (la organización hermana de la Cruz Roja en los países musulmanes), Turquía alberga más de 4 millones de refugiados del medio oriente, cuya manutención corre por cuenta, entre otros de Europa, luego del acuerdo entre los países de la Unión Europea y Turquía.
- El punto crítico para Europa es si Turquía decide retirarse del pacto de la OTAN, y buscar nuevos aliados, que se presumen no están en este bloque, como es el caso de Irán, China o Rusia. Este cambio de aliados dejaría al continente europeo en una situación de vulnerabilidad. En las semanas anteriores, Donald Trump dejó claro con sus desplantes, que este pacto no le interesa, porque sus preocupaciones son de índole interna y comercial. Pero para Europa la OTAN es EL mecanismo central de su política de protección de fronteras. Según cifras oficiales, en suelo turco se encuentran armas nucleares de propiedad estadounidense. Asimismo en la península de Anatolia se encuentran los radares de la OTAN para la detección de cohetes. Por otro lado, Turquía es la sede de la base de los aliados contra el Estado Islámico en Siria e Iraq. Luego de Estados Unidos, Turquía es el país que más tropas y aportes económicos presta al pacto del Atlántico Norte. El entramado de la Sociedad trasatlántica entre Europa y Estados Unidos, le garantiza a la primera contar con la seguridad militar del segundo. Y es que en los últimos años, desde la anexión unilateral de Crimea por parte de Rusia, éste se ha retomado los aires de antagonista. El caso del envenenamiento del ex agente Skripal, los ataques cibernéticos a servidores del gobierno alemán, la aparente manipulación en las elecciones estadounidenses, etc.
- Y en el caso de Alemania, tenenos todo el asunto empresarial. Ningún otro país europeo tiene vínculos tan fuertes con Turquía. En total se trata de más de 7.000 plantas de producción y empresas alemanas con sede en suelo turco. Con un mercado potencial de 80 millones de habitantes, las ventas de productos alemanes reportaron para Alemania más de 21 mil millones de euros en 2017. Para las empresas que producen para el mercado turco, la inflación puede traer como consecuencia, una caída de las ventas toda vez que se reduce el poder adquisitivo de los potenciales compradores, mientras los precios de los bienes aumentan más que los salarios. Mientras que en el corto y mediano plazo para los productores que exportan sus productos a países que paguen en dólares y euros, la situación les resulta conveniente porque por el mismo bien, reciben más dinero. Pero en el largo plazo, la crisis económica implica que las empresas no pueden planear su producción futura.
Tanto geoestratégicamente como económicamente Ankara es un aliado fundamental en la estabilidad del continente europeo. De lo contrario, los europeos tendrán que meterse la mano al dril para planear y ejecutar un mecanismo europeo de defensa: sin Estados Unidos, sin Turquía; y un plan más claro frente al manejo de las olas de refugiados.
Pero a Turquía tampoco le conviene cortar de raíz con sus socios occidentales. Por lo menos no con los europeos y con los inversionistas estadounidenses. Por eso hoy su Ministro de Finanzas en una teleconferencia trató de calmar las angustias de los 3.000 inversionistas y economistas que lo siguieron. Les aseguró que trabajaría para reducir la tasa de inflación a un dígito (el elemento que ha agudizado la devaluación de la Lira) y que no habrá controles de capitales: ni hoy ni nunca. Pero de la tasa de interés no habló. Ese es un tema de su suegro, el Premier Erdogan. Y a los mercados la dimensión de los derechos humanos y la suerte del reverendo estadounidense los tiene sin cuidado. (Suena duro, pero así es).
Por su parte el Secretario del Tesoro de Estados Unidos insistió hoy en que seguirán imponiendo sanciones económicas a Turquía, si no libera al clérigo. El Ministro alemán de Relaciones Exteriores está convencido de que el camino es la liberación para reducir la tensión. Pero es muy probable que la buena voluntad se vea truncada por un exitoso plan económico de mediano plazo, que será presentado en septiembre por el Ministro de Finanzas turco.
Y Turquía que no solo tiene experiencia con el manejo de crisis, sino también con desaires a Estados Unidos, podrá sentirse respaldado por la confianza de los mercados para no liberar a Brunson, sin contraprestaciones.
Nota: Erdogan está en el poder desde 2003. Sus éxitos económicos le han permitido mantenerse en el poder Por ejemplo en las recientes elecciones presidenciales del mes de obtuvo una votación superior al 50%.
(la fuente de la bandera es Wikipedia)