Semillas, flores y mariposas: #noeshoradecallar

Dos guerreras de la vida, dos «avanzadoras», dos sobrevivientes. Dos mujeres a las que la vida les ha mostrado el mal en cuerpo propio: jinete Bedoya, periodista que sobrevivió a sus torturadores, y Mayerlis Angarita, lideresa social sobreviviente a la desaparición de su mamá y a múltiples amenazas.

Estuvieron en Berlín recibiendo un merecido reconocimiento a sus iniciativas #Noeshoradecallar y Narrar para vivir, a través de la cual ayudan a mujeres que han perdido su voz, sus familiares y sus pertenencias por culpa de la cultura machista y en medio de esa guerra colombiana, que es un conflicto interminable, cruzado por las más nefastas fuerzas: la corrupción, el narcotráfico, la desigualdad social, la pobreza y el machismo.

Jineth y Mayerlis crean espacios seguros para que las mujeres agredidas por la violencia física, sicológica y sexual puedan hablar, puedan contar su historia, puedan exigir justicia y entender que ellas no son culpables de la barbarie que les tocó vivir. Es difícil entender la capacidad destructora de los victimarios. Es fácil caer en la vergüenza, en la culpa, porque eso es lo que nos han enseñado a las mujeres: a avergonzarnos de nuestro cuerpo, de nuestros pensamientos, acciones y omisiones. Incluso -por absurdo que parezca- a avergonzarnos por ser blanco de la violencia irracional.

Pero la dignidad humana es inquebrantable. Es por eso que los violentos nunca terminan de consumar su brutalidad. Hay un dicho japonés en el que siempre pienso cuando me encuentro con estas historias de vida: «cae siete veces y levántate ocho». Eso es lo que hacen estas mujeres sobrevivientes: levantarse y convertir su dolor en flores, mariposas y vida en los lugares, donde la muerte quiso sembrar el terror.

Según Sisma Mujer, cada doce minutos una mujer es agredida en Colombia, según la Fiscalía colombiana, el país ocupa el deshonroso tercer lugar en materia de impunidad. Aún hay muchas historias por contar y voces por rescatar.

Los invito a leer la nota «Querían enterrarnos pero no sabían que éramos semilla» y a apoyar las iniciativas #noeshoradecallar y Narrar para vivir.