En alemán Groko es la abreviación de “gran coalición”, que define el gobierno formado por los dos partidos tradicionales y mayoritarios. Y me pasa que cuando escucho o leo la palabra, invariablemente pienso en un cocodrilo (en realidad en un grokodrilo).
En alemán Groko es la abreviación de “gran coalición”, que define el gobierno formado por los dos partidos tradicionales y mayoritarios. Y me pasa que cuando escucho o leo la palabra, invariablemente pienso en un cocodrilo (en realidad en un grokodrilo).
Hay algo fascinante y aterrador al mismo tiempo en estos animales. Son excelentes nadadores. Tienen una piel resistente y valiosa, que secreta un aceite que la limpia y la protege del barro en el que viven. Llevan 200 millones de años en el planeta. Su desventaja, es que son ecotérmicos. Es decir, no pueden regular por sí mismos su temperatura, sino que dependen de las características ambientales. Sus fauces son implacables y aunque son depredadores eficientes, comen piedras para mejorar su digestión, que es lenta.
Y de la biología saltamos a la política. Las características de los grokodrilos son las mismas: nadan en todas las aguas porque están en el centro y abarcan a la derecha y a la izquierda no radical. A pesar del barro que salpican, casi siempre salen limpios del mismo. Y para gobernar juntos, son muchas las piedras que se tragan en el camino.
Por tercera vez, desde que vivo en Alemania, Groko piensa gobernar. Y digo piensa, porque esta vez hay una saturación de su presencia, que las bases de la Sociademocracia podrían dejar en el mundo de las ideas y no permitir su materialización si votan en contra del contrato que le daría vida a Groko. Una coalición ecotérmica, que a veces se expone al sol y que en otras busca la sombra para regular la temperatura interna.
Y ahora lo que más necesitaría sería una buena sombra que la proteja de si misma: de su cúpula y de sus bases. Las negociaciones para conformar la gran coalición fueron para la Socialdemocracia un banquete: se quedan con su ministerio de trabajo -tan cercano a los afectos de su grupo objetivo, son n la cara de la diplomacia internacional; y en un acto para lograr su cuarto mandato, serán los encargados de regular la política fiscal: de abrir y cerrar la llave de la liquidez financiera dentro de Alemania y de manera extendida, en Europa. Un balance muy positivo para un partido que tuvo un desempeño mediocre en la campaña electoral. Y al anuncio del banquete lo sucedió una avalancha de críticas dentro de su cúpula, que le impedirán a Martin Schulz, entonces líder de la Socialdemocracia, sentarse a la mesa con la señora Merkel y llevar por el mundo el mensaje de más Europa y más diplomacia para la paz. La mitad del cuerpo del grokodrilo sacudió la mesa, y ahora las viandas tendrán que esperar… y consumirse frías y con las bebidas tibias.